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domingo 23, marzo, 2025

En defensa de los partidos políticos

Por Randy Estrella
 
A finales del año 2024, el Tribunal Constitucional emitió la sentencia TC/0788/24, la cual abrió las puertas a la presentación de candidaturas independientes, dando paso a un gran debate en torno a los partidos políticos, su debilitamiento y posibles consecuencias de la sentencia; a raíz de esto, entiendo propicio una reflexión teórica acerca del sistema de partidos y su papel en la democracia.  

El debilitamiento de los sistemas de partidos políticos de la región es una realidad evidenciada, según Latinobarómetro, sólo el 17% de América latina confía en los partidos, cuando venimos a República Dominicana este indicador asciende al 28%, sin embargo, en los últimos años hemos observado como intereses definidos han venido construyendo un discurso anti-partidos políticos a través de las redes sociales, lo cual no ha dejado mucho espacio al debate político serio por las mismas características de estos medios de comunicación digitales.

Los partidos políticos como concepto existen desde la democracia de la antigua Grecia, pero el término “partido” surge en el siglo XVII e inicia sustituyendo el concepto de “facción”, los cuales hasta ese momento habían sido vistos de forma despectiva por miles de años; el término “partido” se deriva del latín “partire” que significa dividir, sin embargo, no se conoció de esa forma en el lenguaje político hasta el siglo XVII cuando su predecesor era “secta”, término que empezó a ser utilizado para referirse a las religiones que se desprendían de otra.

 “Partire” era el término perfecto para deconstruir la idea estigmatizada que existía sobre los partidos, el cual abrió las puertas a un debate acerca de las bondades y carácter de este tipo de asociación, y Voltaire en la Encyclopedie hizo una magnifica diferenciación entre partido y facción: “el término partido no es, en sí mismo, odioso; el término facción siempre lo es”.

A partir de aquí la idea de un partido como la parte de un todo empezó a ganar espacio dentro del debate político, no así en el debate jurídico; los constitucionalistas mantuvieron su posición de presentar los partidos como facciones egoístas incapaces de controlar sus apetencias de poder, además de promotores de la división social y política de las naciones; los liberales veían a los partidos como una amenaza para la libertad, y las palabras de George Washington en su “Discurso de Adiós” así lo expresan: “la libertad es de hecho poco más que un nombre cuando el gobierno es demasiado débil para soportar los embates de las facciones…advertiros del modo más solemne en contra de los efectos nocivos del espíritu del partido…(los partidos) en los gobiernos puramente electivos es un espíritu que no se debe fomentar”.

Sin embargo, el tiempo fue el mejor amigo de los argumentos de Voltaire, a medida que el voto se fue universalizando los partidos políticos fueron jugando cada día un rol más determinante en la evolución del sistema político democrático, al punto, que la pregunta a responder hoy es, si existe la posibilidad de que haya democracia sin partidos políticos, esto porque no se conoce ningún caso practico en la historia.

Con el voto universal, los partidos políticos pasaron de convertirse en representantes de intereses de grupos a organizaciones que reflejaban de forma organizada el pluralismo social y político, además de convertirse en puente entre las inquietudes sociales y el Estado, dejando así el congreso y el gobierno de ser de grupos para ser parte del pueblo, Sartori los definió como canalizadores.

La ampliación de la participación electoral extendió la politización de la sociedad, o más bien, la sociedad política se universalizó, es decir, se interesó en los asuntos políticos o públicos. Esa politización de la sociedad debía ser canalizada y organizada, y ahí viene el rol principal de los partidos políticos dentro del sistema, por eso la conclusión de los principales teóricos políticos es que no existe la posibilidad de construir un sistema político moderno sin partidos políticos.

Los sistemas de partidos únicos surgen luego de la Segunda Guerra Mundial en países que ya habían universalizado el voto, como alternativa a la transición de un Estado tradicional al Estado moderno, y como respuesta a la sociedad politizada, estos son una  evidencia de cómo la falta total de partidos políticos deja a la sociedad fuera del alcance y control, un pecado capital en una sociedad moderna, ya que lo único que está seguro en ese escenario es el caos; Hungtinton dice: “cuanto más modernizada y desarrollada esté la sociedad, más cede el antipartidismo al unipartidismo…Dicho en otros términos, el Estado unipartidista es la solución final que, cuando falla el pluralismo de partidos, caracteriza a las sociedades políticamente desarrolladas.”Se volvió imposible en la teoría y en la práctica, dirigir una sociedad politizada sin la construcción de un sistema de partidos que sirviera como puente para canalizar sus inquietudes con el Estado.

Aquí no propongo el unipartidismo como solución a la crisis del sistema de partidos, simplemente confronto la idea del antipartidismo como respuesta; pese a muchas críticas que podemos hacer al sistema de partidos dominicano, es innegable que se han producido ciertos avances, por lo menos en materia normativa, no así en términos de conciencia política, fruto de la ampliación de las estructuras y el mal diseño de un sistema electoral que se viene desadaptando cada vez más con relación al tipo de sociedad que somos.

El Tribunal Constitucional interpretó que los partidos políticos son una piedra en el zapato para la participación electoral activa, lo cual no es la primera vez que lo hacen, tienen un marco mental concebido que se viene expresando desde el 2019 cuando mediante la sentencia TC/0441/19 declararon inconstitucional el artículo 49 numeral 3 de la ley 33-18, el cual exigía un tiempo mínimo de militancia a los aspirantes a candidaturas para ocupar puestos de elección popular, y así, quitaron a los partidos una de las pocas herramientas que tenían para depurar candidaturas y garantizar que sus candidatos fueran cuadros reales.

La sentencia TC/0788/24 viene a cuestionar la teoría de los partidos como fundamento de la democracia, entendiendo a estos como barreras que impiden la participación política activa, y concluyendo que la sociedad politizada no está en la necesidad de ser organizada políticamente, sino que puede autorregularse por medio de líderes individuales, además, el Tribunal Constitucional luce incomprender que los individuos no pueden ser canalizadores eficaces a largo plazo, ya que, al no existir un filtro para discutir las diferencias políticas entre ellos, el único espacio de confrontación es el Estado, provocando inestabilidad política permanente.

Invitamos al TC a reflexionar sobre la sentencia TC/0788/24, ya que esta amenaza el sistema de partidos de la Republica Dominicana, de igual forma, invito a los líderes del PRM, FP,PLD y demás partidos políticos, a sentarse en la mesa del diálogo, para rediseñar el sistema de partidos y electoral, adaptándolo a los nuevos tiempos, a la vez, también crear mecanismos para tener mayor control sobre sus dirigentes, porque no existe ninguna democracia sin partidos, por eso deben ser nuestra prioridad como sociedad política.

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