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sábado 17, mayo, 2025

Debemos dejar de poner el candado después que nos roban

Esta popular frase dominicana —que bien se traduciría como “prevenir antes que lamentar”— no podría ser más atinada en el contexto actual de nuestra afligida nación.

Acontecimientos como la explosión de la fábrica en San Cristóbal, el atropellamiento masivo por un camión en Azua, el derrumbe en el desnivel de la 27 con Máximo Gómez y el reciente colapso del techo en la discoteca Jet Set, son tragedias profundamente lamentables… pero más que lamentables, evitables.

Sería injusto pensar que todas estas desgracias tienen manos intencionales detrás. Sin embargo, una cadena de errores humanos puede ser igual de devastadora. No hace falta querer hacer daño para causar daño.

Además, hemos normalizado la mala práctica de reforzar procedimientos y aplicar medidas sólo después de contar víctimas. Como si bastara con poner curitas sobre quemaduras de tercer grado.

Estos episodios deben invitar a una reflexión profunda como país: ¿dónde estamos fallando? ¿Qué protocolos no estamos cumpliendo? ¿Qué podemos hacer mejor para evitar nuevos velorios marcados por el dolor, la impotencia y la rabia?

No basta con sancionar a los culpables. Todos debemos adoptar una conducta más responsable. Es urgente romper con la narrativa del “país de las maravillas” y transformarnos en una nación prudente, organizada y con ciudadanos conscientes y comprometidos.

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