Redacción Internacional.- Si fueras gerente general de un equipo de Grandes Ligas y tuvieras que construir una franquicia desde cero, ¿por dónde empezarías? Muchos pensarían en un as del montículo, un campocorto élite o un jardinero central con poder, pero la respuesta más repetida entre varios ejecutivos no fue ninguna de esas.
La posición más codiciada por los altos mandos es la de receptor. Según directivos consultados durante los Entrenamientos de Primavera, tener un cátcher que combine defensa y producción ofensiva representa una ventaja estratégica considerable.
«Si tienes un receptor que pueda batear y defender, estás muy por delante», aseguró Jed Hoyer, presidente de operaciones de béisbol de los Cachorros. Mencionó nombres como Will Smith, William Contreras y Adley Rutschman como ejemplos de jugadores que elevan el valor del roster desde esa posición clave.
Los cátchers impactan el juego en todas sus facetas, desde el manejo del pitcheo hasta el control del juego defensivo, pasando por la ofensiva. Esa versatilidad es lo que los convierte en activos tan preciados. «Un receptor de impacto puede cambiar una franquicia», expresó Erik Neander, de los Rays.
Sin embargo, aunque los receptores tienen un rol tan determinante, rara vez llegan a la agencia libre. ¿La razón? Los equipos no los sueltan. La tendencia es clara: la mayoría de los mejores cátchers firman extensiones antes de que puedan probar el mercado. En los últimos años, jugadores como Cal Raleigh, Will Smith y Sean Murphy han asegurado contratos multianuales con sus equipos, asegurando estabilidad y evitando la incertidumbre del mercado abierto.
La longevidad en la posición también juega en contra. A diferencia de los campocortos o jardineros, no es común ver a receptores desempeñándose a un alto nivel durante más de una década. Eso reduce el interés de los clubes en ofrecer pactos largos cuando finalmente alcanzan la agencia libre. Por eso, solo cinco receptores en la historia han superado la barrera de los US$100 millones en contratos, entre ellos Joe Mauer, Buster Posey y J.T. Realmuto.
El caso de Realmuto es aún más raro: fue el único receptor en firmar un contrato de nueve cifras como agente libre, un logro inusual en un mercado donde los equipos prefieren extender contratos antes que competir en subastas.
En comparación con otras posiciones, el mercado de los cátchers es más controlado y predecible. Aunque sean fundamentales, su valor en dólares no se dispara del mismo modo que el de los torpederos o lanzadores estelares. Por eso, cuando los equipos encuentran uno de calidad, hacen todo lo posible por retenerlo, o bien, lo usan como moneda de cambio de altísimo valor.
Jugadores como Rutschman y William Contreras podrían convertirse en los próximos grandes nombres en llegar a la agencia libre, aunque muchos creen que ni siquiera llegarán allí. La historia sugiere que sus equipos optarán por asegurar sus servicios a largo plazo o negociarán traspasos antes de perderlos sin retorno.
La lección es clara: si encuentras un gran cátcher, lo aseguras de inmediato. Es una especie en extinción que puede marcar la diferencia en cada juego, en cada pitcheo, en cada temporada.