Un vuelo de Delta Airlines que cubría la ruta entre Salt Lake City (Utah) y Ámsterdam (Países Bajos) se convirtió en una pesadilla para sus pasajeros la noche del miércoles, cuando fuertes turbulencias azotaron la aeronave, obligando al piloto a realizar un aterrizaje de emergencia en el Aeropuerto Internacional de Minneapolis-St. Paul (Minnesota).
El vuelo, operado en un Airbus A330-900 —un avión de fuselaje ancho con capacidad para más de 400 pasajeros—, aterrizó de manera segura alrededor de las 7:45 p.m.
Sin embargo, el saldo fue alarmante: al menos 25 personas resultaron heridas y debieron ser trasladadas a centros médicos locales para recibir atención inmediata.
No se ha precisado la gravedad de las lesiones, pero los testimonios de algunos pasajeros sugieren que varios sufrieron contusiones importantes y crisis de pánico durante el incidente.
Delta Airlines emitió un comunicado en el que aseguró que “la seguridad es nuestra prioridad” y que su equipo de atención al cliente, Delta Care, ya está asistiendo directamente a los pasajeros afectados.
La aerolínea no especificó la cantidad total de personas a bordo, aunque el modelo de avión empleado permite deducir que el vuelo transportaba a varios cientos.
La Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) ha iniciado una investigación para determinar las causas exactas del fenómeno atmosférico que sacudió el avión.
Aunque las turbulencias son eventos relativamente frecuentes en vuelos de larga distancia, lesiones de este tipo no lo son, lo que ha vuelto a poner el foco en un fenómeno creciente.
Expertos meteorológicos advierten que el cambio climático está intensificando la corriente en chorro —una banda de vientos rápidos en las capas altas de la atmósfera—, lo que podría estar provocando un aumento en la frecuencia e intensidad de las turbulencias inesperadas.
Este nuevo episodio ocurre apenas dos meses después de un incidente trágico en el que un hombre perdió la vida y varios pasajeros resultaron heridos en un vuelo de Singapore Airlines, también debido a turbulencias severas.
Fue la primera muerte relacionada con turbulencias en una aerolínea de renombre en décadas, y encendió las alarmas entre reguladores y aerolíneas.
Mientras las autoridades continúan analizando lo sucedido, el caso del vuelo de Delta añade una nueva página al creciente dossier de episodios turbulentos en el aire, recordando a todos que, aunque volar sigue siendo estadísticamente seguro, la madre naturaleza puede ser, a veces, impredecible.
