ALTAMIRA, BRASIL, AFP.- Con un pez muerto en la mano, Junior Pereira mira con tristeza un charco donde solía pasar el río Xingú, un afluente del río Amazonas en Brasil que se ha secado a causa de la gigantesca represa hidroeléctrica de Belo Monte.
La represa hidroeléctrica de Belo Monte, ubicada en el estado de Pará, al norte de Brasil, despierta temores entre los habitantes del lugar.
Miembros del grupo indígena Pupekuri denuncian que tuvieron que abandonar su estilo de vida, sin poder pescar en el río Xingú, un afluente del que se secó debido a la instalación eléctrica.
Junior Pereira, indígena Pupekuri: “Cuando viene el agua, viene y provoca la inundación y al mismo tiempo de un día para el otro, ellos reducen el agua y los peces no están acostumbrados a vivir de esa forma, entonces cuando se vacía, los peces se quedan en esos pocos charcos aquí, este ya está muy disminuido pero como puede ver, aún hay algunos sobrevivientes aquí”.
A lo largo de sus casi 2.000 kilómetros, el caudal del Xingú sube y baja con la temporada de lluvias.
El río es crucial para muchas especies así como para unas 25.000 personas que viven en sus orillas.
André Oliveira Sawakuchi, profesor e Investigador en la Universidad de Sao Paulo: “Todo el problema de la pesca ocurre porque el bosque fluvial ya no se llena en la época que debería así que no hay reproducción de peces, no hay alimentación adecuada para los peces y para la tortuga tracajá, que es muy importante para las comunidades indígenas, ese quelonio, esa tortuga, son dos impactos contrastantes aguas arriba y ag uas abajo de la presa».
Inaugurada en 2016, la represa cambia el curso de hasta 80% del río. Científicos, ambientalistas y pobladores locales denuncian un efecto catastrófico para este ecosistema único.
“La presa rompió el pulso de inundación, la zona aguas arriba del embalse ya no existe entonces esa región se queda como si estuviera siempre llena y aguas abajo tampoco ya no existe, esa región que es aquí donde estamos, se queda como siempre estuviera en periodo de sequía”, dijo Sawakuchi.
Belo Monte fue propuesta en los años 70 pero no fue autorizada hasta los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva.
Con su vuelta al poder en enero, muchos esperan que el veterano líder izquierdista cumpla su promesa de hacer un mejor trabajo para proteger la Amazonía que el mandatario saliente Jair Bolsonaro, bajo cuyo gobierno se disparó la deforestación.
Giliarde Juruna, jefe de la villa Mïratu: “El progreso para nosotros es tener la naturaleza en pie, los animales, los ríos en la forma que Dios dejó porque así sabes cuándo es época de plantar y cuándo es época de cosechar. El progreso en el que el blanco cree es totalmente diferente porque cree que está haciendo un buen progreso pero está destruyendo la naturaleza y está causando un mal para él mismo”.
Pese a ser defendida como una fuente de energía limpia y motor de crecimiento económico, Belo Monte no ha cumplido del todo las expectativas.
De acuerdo con la compañía que la opera, la represa produjo este año 4.212 megavatios de promedio, menos de la mitad de su capacidad.
Y según un estudio publicado en la revista Science las emisiones de gases de efecto invernadero se triplicaron en la región después de la construcción de la represa, principalmente debido al metano liberado por la selva descompuesta que yace en el fondo del reservorio.