En las últimas semanas, la tasa de cambio del dólar en el mercado local parece haberse convertido en un dolor de cabeza para las autoridades, el sector empresarial y el ciudadano medianamente informado.
Desde pronósticos alarmistas, que auguraban que ya estaría por encima de los setenta pesos por un dólar, hasta supuestas causas de las cotizaciones recientes, atribuidas a variables internacionales que no se han movido, uno ha tenido que escuchar de todo.
Por suerte, algunos de los expertos y economistas que han opinado sobre la tasa de cambio han coincidido en que el comportamiento reciente es estacional y, lo más importante, que no existen razones fiscales o monetarias que lo ocasionen.
Algo que los dominicanos deberían comenzar a entender, sobre todo lo que viven de y para crear opiniones, es que las tasas de cambio que publican los bancos no reflejan los valores promedios a los que se transan más de noventa por ciento de las divisas que circulan en el país.
Las tasas que publican los bancos es la llamada “tasa de ventanilla”, la que se aplica a las compras y ventas de montos menores, para pagos de tarjetas de créditos o para viajes. Esas tasas siempre son superiores a las que se registran en las grandes operaciones de monedas extranjeras.
El problema de las tasas de ventanilla es que es la que prefieren publicar los periódicos y algunos medios electrónicos o digitales, porque aparece al cliquear una página. Aunque no se repara en que esa tasa de cambio, al ser siempre más alta que las tasas corporativas, crean confusión, así como expectativas negativas y devaluatorias.
Lo recomendable siempre será que los medios nos orientemos por las tasas promedio que resultan del cierre diario de la plataforma electrónica de divisas, que manejan el Banco Central y a través de la cual se transan más del noventa por ciento de las compras y ventas de dólares de cada día.
Convendría contribuir al sosiego de los mercados y a despejar expectativas no fundadas en la realidad del negocio cambiario, viendo cada día como cierran las transacciones en la plataforma que gestiona el Banco Central. Eso no cuesta nada y ahorra mucho stress y sinsabores.