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lunes 12, mayo, 2025

Mutilación genital femenina, un problema global

Madrid, 6 feb (EFE).- La mutilación genital femenina es un problema que se extiende cada vez más por el mundo y que no entiende de continentes.

Esta costumbre está presente en una treintena de países de África Subsahariana, Oriente Próximo y Asia, pero el problema no acaba allí.

En España hay más de 15,500 niñas de entre 1 y 14 años que proceden de países o tribus en los que esta se practica y más de 3,650 niñas están en riesgo directo, según el último informe de la Delegación del Gobierno contra la violencia de género.

A Reene Bergestrom la mutilaron con 3 años en el seno de una familia cristiana estadounidense. A Asha Ismail con 5, en Kenia. Ambas son activistas contra la mutilación genital femenina (MGF) y alertan de que “es un problema global que no se limita a un continente o a un color”.

«Mi corte se hizo porque me estaba tocando, no sé si a esa edad se puede llamar masturbación, pero mi madre estaba preocupada y me llevó a un médico que practicaba su religión con bisturí”, cuenta la doctora norteamericana.

“En su religión la masturbación era un pecado y me quitó el clítoris”, prosigue Reene en una conversación con la también superviviente de MGF y cofundadora de la organización Save a Girl Save a Generation (Salva a una chica, salva una generación), Asha Ismail, con motivo de la celebración, este 6 de febrero, del Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina.

Se estima que más de 200 millones de mujeres y niñas han sido mutiladas en el mundo, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa).

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la MGF como “todos los procedimientos que, de forma intencional y por motivos no médicos, alteran o lesionan los órganos genitales femeninos”.

Según la ONU, se concentra en cerca de 30 países de África y de Oriente Medio y Asia meridional y persiste en poblaciones emigrantes que viven en Europa Occidental, en Norteamérica, Australia y Nueva Zelanda.

ROMPER EL SILENCIO

Con sus testimonios quieren ayudar a romper el silencio sobre esta forma de violación de los derechos humanos y pedir que no se estigmatice a las mujeres africanas, porque “se trata de un problema global”.

La MGF conlleva graves consecuencias para la salud sexual y reproductiva, como dolor agudo, hemorragias, infecciones, lesiones de órganos y estructuras anatómicas de la zona, fracturas, incontinencia, anemia o trastornos psicológicos.

Además, puede provocar complicaciones durante el parto como cesáreas, hemorragias, desgarros o episiotomías.

Entre las circunstancias que rodean al silencio de las víctimas están la voluntad de proteger a sus familias, la vergüenza, la estigmatización y “no saber quién va a ser compasivo y quién va a juzgarte”, coinciden ambas activistas.

Por eso envían un mensaje de aliento y acompañamiento a todas las mujeres que quieran romper su silencio: “estamos dispuestas a escucharlas”.

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