Una decena de niños han nacido y crecen en la cárcel de Najayo Mujeres, al lado de sus madres que, por algún error o accidente trágico, enfrentan condenas tras infringir la ley mientras estaban embarazadas.
A pesar de la seriedad de los delitos cometidos, estas madres reciben apoyo dentro del sistema de justicia dominicano, que procura humanizar sus condiciones y brindarles un entorno que permite cierta cercanía y cuidado a sus hijos durante su primer año de vida.
En uno de los casos, una madre de cinco hijos cumple prisión preventiva junto al padre de su bebé, nacido en prisión hace solo cuatro meses. Ambos enfrentan acusaciones de haber cometido el asesinato de su exesposo, quien además era el padre de tres de sus hijos, todos con necesidades especiales.
Las madres reclusas tienen acceso a un área maternal e infantil moderna, equipada con camas, cunas, cocina, y espacios de juegos, además de contar con el apoyo de personal penitenciario y otras internas seleccionadas.
Sin embargo, existe una limitación que afecta profundamente a estas madres: la ley les permite mantener a sus bebés con ellas en prisión sólo durante el primer año. Para muchas, como una interna que tuvo que entregar a su hijo hace 16 años, esta separación es una de las partes más dolorosas de su condena.
Las juezas Kenya Romero y Gissel Méndez, quienes coordinan el proceso judicial, destacan la sensibilidad del sistema al tratar casos de padres y madres de familia, a pesar de la necesidad de justicia.
A estas mujeres al que el sonido del Mayete anuncio la condena que le cambio la vida, anhelan reunirse permanentemente con sus hijos y no tener que regresar a la prisión.