La superficie de una cancha de tenis puede afectar enormemente el juego. Tres tipos dominan el circuito profesional.
Las duras, utilizadas en el Abierto de Australia y de Estados Unidos, son perfectas para un juego ofensivo. Consisten en una capa sintética o acrílica sobre cemento, que crea una superficie uniforme, que hace más previsible el rebote que en césped o arcilla.
Los intercambios son rápidos porque absorbe poca energía, aunque puede ser duro para las rodillas y tobillos, aumentando las probabilidades de lesiones.
De arcilla, como las del Abierto de Francia, son más lentas y genera n jugadas más largas. La más común es la de arcilla roja de ladrillo. Permite ejecutar deslizamientos controlados, aunque no es práctica para zonas muy lluviosas. Una llovizna no interrumpirá el juego, pero la arcilla puede demorar en secarse después de una tormenta. Los jugadores defensivos la prefieren, porque les permite aplicar varios efectos sobre la pelota.
De césped, como la utilizada en Wimbledon, es una superficie rápida, preferida por los jugadores ofensivos, en particular los buenos servidores y especialistas en volea. Sobre esta superficie los partidos suelen ser los más cortos. No tiene reflejos y responde bien a los «slices», aunque se desgasta rápidamente.
Fuente: AFP.