Redacción Deportes.- Hay noches en las que el béisbol se siente casi cinematográfico, y en el Bronx, Aaron Judge se encargó de escribir otro capítulo digno de guión. Con su extrabase número 500, un jonrón de tres carreras en la primera entrada, el capitán no solo impulsó a los Yankees a una victoria 9-7 sobre los D-backs, sino que reafirmó su lugar en la historia de la franquicia.
Judge alcanzó ese hito en su juego número 999, colocándose en un grupo muy selecto donde solo Joe DiMaggio y Lou Gehrig lo superan en rapidez para llegar a esa cifra. Pero más allá del dato, lo impactante es su constancia. En seis juegos, ya suma cinco cuadrangulares, 15 carreras impulsadas y hasta una base robada, algo nunca antes visto en las Grandes Ligas.
Mientras muchos se detienen a admirar sus logros, Judge prefiere mirar hacia adelante. “Lo veré cuando sea un anciano”, dijo entre risas, dejando claro que para él esto es solo parte del camino.
A su alrededor, el resto del equipo no se queda atrás. Los Yankees han conectado 22 jonrones en apenas seis partidos, rompiendo el récord anterior de los Dodgers de 2019. Diez jugadores distintos han sacado la pelota del parque, y tres de ellos —Judge, Anthony Volpe y Jazz Chisholm Jr.— ya acumulan al menos cuatro jonrones cada uno, otro hito jamás registrado.
Chisholm no ocultó su admiración por Judge: “Queremos ser como él cuando crezcamos”, dijo sin ironía, mientras Boone, el mánager, confesaba entre bromas que a veces se pregunta si incluso los dobles de Judge deberían haber sido jonrones.
El festival ofensivo ha sido colectivo. Grisham y Chisholm también se volaron la cerca, sumando a un ataque que castigó al abridor Merrill Kelly con nueve carreras en menos de cuatro entradas. El equipo ha mostrado una clara consigna: no soltar el acelerador, como bien resumió Judge.
Con una ofensiva encendida, jugadores en ritmo y un líder que no deja de romper marcas, los Yankees lucen tan peligrosos como ilusionantes al inicio de esta temporada.




