De un tiempo a esta parte, pandemia mediante, mucho se viene hablando de la importancia del sistema inmune.
En ese contexto, los beneficios de la luz natural cobraron un especial protagonismo.
Y es que no es solo una cuestión ligada al bienestar físico: medir el impacto de la luz natural en el bienestar integral es tan sencillo como comparar nuestro estado de ánimo si nos exponemos a ella, o si no lo hacemos.
“El problema central es la carencia de vitamina D, cuyo metabolismo está directamente ligado a la exposición a la luz solar», señaló Gustavo Corra, psiquiatra y psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Internacional y la Asociación Psicoanalítica Argentina en una nota sobre el desgano otoñal que aqueja a muchas personas.
De hecho, allí señala cómo el factor climático impacta directamente con variaciones en los estados de ánimo de las personas, llegando incluso en determinadas latitudes a ser diagnosticadas como trastorno afectivo estacional (TAE), propio de épocas del año con frío y poca luz como el otoño o el invierno.
También indicó el rol de esta vitamina en el correcto funcionamiento del aparato inmunológico, el metabolismo del calcio y la regulación de la presión arterial.
Los beneficios de la luz natural:
✔ Otorga conciencia respecto del paso del tiempo, ya que el organismo está naturalmente en sintonía con los niveles y características de la luz externa. En este punto, es central para el correcto funcionamiento del reloj biológico interno, alineado con los ritmos circadianos.
✔ Relacionado con el punto anterior, señalan que tanto el color como la intensidad de la luz inciden en la secreción de hormonas, entre ellas la melatonina y la serotonina, que regulan los ritmos circadianos y la calidad de sueño.
✔ Según indican la luz natural también tiene el potencial de incrementar la productividad, reduciendo la fatiga crónica.
✔ Reduce la irritabilidad.
Fuente: Agencias