Una vulva que parece una virgen y una criatura crucificada con cuerpo de mujer son dos de las piezas artísticas que desataron en Argentina una fuerte controversia, que ya incluyó condenas de la Iglesia Católica y pedidos de censura.
La muestra se inauguró el pasado 7 de marzo en la Universidad Nacional de Cuyo, ubicada en la provincia de Mendoza, en vísperas de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer.
«8M Manifiestos Visuales«, es el nombre de la exposición en la que participaron decenas de artistas mujeres y colectivos feministas con la intención de ofrecer una mirada reflexiva sobre la sociedad patriarcal.
«Es una muestra para promover la visibilidad de reivindicaciones y conquistas de derechos de las mujeres a través de dispositivos visuales, narrativas, sentimientos y relatos de la producción artística», señaló la convocatoria oficial.
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También agregó que tenían el propósito de aportar a la deconstrucción de estereotipos asociados a las mujeres y a la comunidad LGTTBIQ+, en el marco de los circuitos del arte que abarcan la creación, exhibición, comercialización y crítica de trabajos visuales.
Aunque la muestra ya lleva casi dos semanas, recién el fin de semana estalló la polémica debido a que las fotos de las obras comenzaron a circular en las redes sociales.
«Ya somos miles los docentes, egresados y alumnos que hemos firmado la nota a la Rectora de la UNCuyo, Esther Sánchez, para que desinstale la muestra a la brevedad, so pena de iniciar acciones legales», anunció el domingo Claudia Figueredo, profesora de la Universidad.
Condena
Ese mismo día, la Arquidiócesis de Mendoza advirtió en un comunicado que la exposición «hiere gravemente» las convicciones religiosas.
«Ante distintas consultas y expresiones de dolor de numerosas personas de la comunidad universitaria y fieles en general, queremos expresar nuestro dolor y profunda cercanía a quienes se han sentido agredidos y violentados por esta falta de respeto a su fe», señaló.
También consideró que la muestra, que provoca «tristeza e indignación», contiene elementos que, «desde lo caricaturesco, ejercen una violencia simbólica sobre signos religiosos cristianos, no solamente católicos, traicionando el camino que queremos recorrer de respeto y plena vigencia de todos los derechos humanos, incluidos los religiosos».