Crecer entre bombas, cadáveres y el caos que dejó la invasión de EEUU en Irak

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«La invasión dejó al país lleno de huérfanos. Esos jóvenes ahora ya no pueden ni recordar la cara de su padre», dice Ali, uno de tantos jóvenes iraquíes que crecieron entre los bombardeos, los cadáveres y el caos que provocó la ocupación estadounidense de Irak ahora hace veinte años.

El joven, de 29 años, perdió a cuatro de sus tíos, mientras que el padre de su mujer también fue asesinado durante la violencia desatada tras la invasión.

«Siempre le tengo que recordar a mi mujer que su padre era una fantástica persona, porque no recuerda nada de él. Esto es lo que le arrebataron los estadounidenses», lamenta a EFE.

A pesar de que no existe un recuento exacto sobre el número de víctimas civiles en Irak durante la ocupación de Estados Unidos, diversos estudios estiman que la cifra oscila entre los 100.000 y el medio millón de muertos.

UNA INFANCIA MARCADA POR LA VIOLENCIA

En la legendaria calle de Al Mutannabi, una enorme librería al aire libre por donde durante la invasión corrieron a la par ríos de tinta y de sangre, Ali se dedica a pintar tatuajes temporales con un modesto pincel.

Un joven cliente se le acerca y, de entre los diseños que ofrece Ali, escoge estamparse en el centro del brazo un fusil de asalto AK-47 porque «es lo que conocemos», asegura a EFE.

La violencia y el caos que sucedió a la invasión estadounidense, los choques entre las milicias iraquíes y las tropas norteamericanas y, posteriormente, la guerra sectaria que entre 2006 y 2008 se desencadenó en el país, fueron el entorno en el que crecieron los bagdadíes.

EL TRAUMA DE TODA UNA GENERACIÓN

Veinte años después de la invasión estadounidense de Irak, todo joven iraquí tiene el mismo recuerdo de su infancia: el sonido de las explosiones, cientos de cadáveres esparcidos por las calles de Bagdad y el miedo diario de no volver a ver a sus padres cada vez que salían a buscar agua o comida.

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