
Internacional.- Cada 2 de diciembre se conmemora el Día Internacional de la Abolición de la Esclavitud, cuyo propósito es rendir homenaje a la fecha exacta en que la Asamblea General de la ONU firmó el convenio para la represión de la trata de personas y de la explotación de la prostitución ajena.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), aunque no está definida en la ley, la esclavitud moderna se utiliza como un término general que abarca prácticas como el trabajo forzoso y el matrimonio forzado.
“Con ella, se hace referencia a situaciones de explotación en las que una persona no puede rechazar o abandonar debido a amenazas, violencia, coerción, engaño o abuso de poder. Si bien el trabajo infantil no entra dentro del término general de esclavitud moderna, normalmente se suele relacionar con ella”, recoge la ONU.
Además, se estima que unos 25 millones de personas estaban atrapadas en trabajo forzoso en un momento dado en 2016. De ellas, 16 millones eran víctimas de la explotación laboral forzada en el sector privado (trabajo doméstico, la construcción y la agricultura), alrededor de 5 millones eran víctimas de la explotación sexual forzada; y poco más de 4 millones (16 por ciento del total) del trabajo forzoso impuesto por las autoridades del Estado.
Para la ONU la esclavitud no es una reliquia del pasado, sino una realidad muy presente, ya que la servidumbre ha adquirido formas diferentes a lo largo de la historia. En la actualidad, persiste tanto en sus formas tradicionales como en otras nuevas modalidades.
Más de 40 millones de personas en todo el mundo son víctimas de la esclavitud moderna, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En ese sentido, las mujeres y las niñas se ven afectadas de manera desproporcionada por esta lacra, representando el 71 por ciento del total, casi 29 millones. Del total de víctimas, un 25% son niños, alrededor de 10 millones.